El mediodía de los sábados tiene nombre propio: lechazo al horno de leña. Se trata de un acontecimiento que convierte un día bueno en algo extraordinario y que sirve de precedente al siguiente momento cumbre del día para los más pequeños, el paseo en pony.

Sobremesa en la granja El Enebral: a gusto de grandes y pequeños

El sábado comienza tranquilo en la granja El Enebral y, ya desde primeras horas, los niños viven con ilusión todas las actividades de la vida en la sierra. Antes de desayunar ayudan a dar de comer a los animales en el establo. Es su primer contacto directo con conejitos bebés, gallinas y cabras. Las risas y miradas de alegría continúan en el desayuno, donde un dulce y tierno bizcocho destaca sobre las mesas, entre otros manjares caseros.

Cada familia disfruta de sus planes para reunirse después, a la hora del aperitivo en el comedor, con las mejores vistas a la sierra. Los pequeños llegan con hambre y la sacian con productos de la misma granja en su mayoría. Serán sabores que recordarán, aunque nada comparado con lo que les espera.

Después del lechazo, sobre las tres y media Karina saca a los niños al jardín. Es una zona totalmente segura donde se proponen juegos en los que todos puedan participar. Fútbol, escondite, jugar a pillar… lo que les apetezca y, por supuesto, los más chiquitines reciben la atención especial de la anfitriona, que les atiende de maravilla al aire libre en este espacio, o, si hace más frío, en una salita de juegos donde pueden pasarlo bien, caso de que llueva o se levante el viento.

Es un rato de relax para los padres, que pueden aprovechar para hablar un poco entre ellos y desconectar. Y los niños también lo agradecen, porque después de estar sentados durante la comida, lo que quieren es pasarlo bien y jugar sin parar. Es una sobremesa para todos los gustos.

El paseo en pony: cowboys por un día

Alrededor de las cuatro Karina, Loli o Mª José juntan a todos los niños y les llevan a la zona del establo. Allí los separan por edades en dos grupos, cada uno de los cuales puede montar a un pony diferente:

  • De 2 a 6 años. Los pequeños tienen a Inés, que es una pony muy tranquila, dócil y paciente, muy fotogénica, de color marrón clarito.
  • A partir de 6 años. Los mayores se quedan con Ernesto, que es un pony con algo más de temperamento, alegre y muy curioso.

A cada niño se le entrega un casco y un chaleco al momento de montar. La experiencia es increíble para ellos, que se sienten viviendo una aventura mientras van dando vueltas con el pony, que Karina sujeta, y cada padre acompaña, si lo desea. Además, los niños, si lo desean, pueden montar otra vez, cuando todos los demás han pasado ya la primera.

Cuando van acabando el paseo, pueden pasar a la zona del establo, donde está Juanjo. Ya le conocen de la mañana, de cuando aprendieron a ser granjeros y dar de comer a los animales. Y están deseando volver a encontrarse con sus amigos de dos y cuatro patas que se acercan a ellos sin dudarlo… por si acaso traen más pienso.

Los juegos no cesan y, como el recinto es muy seguro, los niños se vuelven a juntar en la zona del césped, donde han hecho muchos amigos. Es una zona común muy agradable, igual que la sala de juegos, donde hay muchos juguetes que pueden sacar también al jardín. Entretenimiento para los más mayores, para los pequeños de la familia y muchos momentos para recordar.

Y así, mientras los padres están disfrutando del relax y las vistas, y los hijos del contacto con la naturaleza y del paseo en pony, avanza la tarde en la granja. ¿A quién le apetece seguir jugando con los nuevos amigos? ¿Quién quiere ir a hacer una excursión?